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La ensoñación trágica de Bix Beiderbecke

Nov 15, 2013 | Artículos | 0 comentarios

Muchos lo aclaman como el primer gran músico blanco del jazz. Para otros, el lirismo de su corneta es el antecedente remoto a los sonidos del cool. Quizá fue el único que pudo hacer frente en vida a un genio como Louis Armstrong. Dotado de una capacidad musical asombrosa, su existencia fue como un sueño y su música formó una prodigiosa simbiosis con su quebradiza personalidad. Al contrario de sus contemporáneos blancos, para Bix, el jazz representaba una finalidad última, no un mero entretenimiento.

«He escuchado a muchos músicos intentar tocar como Bix; ninguno lo ha conseguido aún». Louis Armstrong

Su sonido se sitúa entre lo trágico y lo divino, entre lo mísero y lo romántico, entre lo culto y lo popular, entre la tradición clásica europea y la raíz afroamericana. De alma frágil, corazón débil y semblante pálido, casi moribundo. Su vida encierra todas las tragedias del jazz al mismo tiempo. El chico introspectivo, tímido e inseguro que encontró refugio en la música de los negros de Nueva Orleans, pero que se dejó seducir peligrosamente por el alcohol.

Tocó el cielo con la misma velocidad que bajó a los infiernos. En las postrimerías de su vida, los sonidos impresionistas de Debussy le cautivaron. Su final, como su última gran creación In a Mist -que marcaría el avance del jazz hacia armonías más complejas-, quedó envuelto en una trágica ensoñación.

Alejado de los grandes centros del jazz como Nueva Orleans, Chicago o Nueva York, Leon Bismarck Beiderbecke nació un 10 de marzo de 1903 en Davenport, en el estado de Iowa, en el seno de una familia presbiteriana practicante de origen alemán. A la prematura edad de tres años empezó a mostrar un talento inusual para la música por lo que sus padres le apuntaron a clases de piano con la intención de que, en un futuro, se convirtiera en un refinado concertista. A los siete años el periódico local Davenport Chronicle hablaba de un niño capaz de tocar al piano cualquier pieza que escuchaba. Pero esa precocidad inaudita tuvo una contraprestación. Bix nunca mostró la disciplina necesaria para aprender a leer música, algo que le pasó factura el resto de su vida y que marcó su carrera musical posterior.

Todo se desarrollaba dentro de lo habitual hasta que, alrededor de 1918, Charles, su hermano mayor, regresó del frente de la 1ª Guerra Mundial con un fonógrafo y algunos discos bajo del brazo. Uno de ellos era el de la Original Dixieland Jazz Band. Cuando el adolescente Bix escuchó Tiger Rag decidió que no quería seguir más con el piano. Pidió prestada una corneta a un vecino y empezó a imitar los novedosos sonidos de Nick LaRocca, llegando a memorizar pasajes enteros. Pero la transformación definitiva vino cuando paseando por los muelles de Davenport, escuchó a los músicos negros de jazz tocar en los barcos que remontaban el río Misisipi desde Nueva Orleans.

Hay una evocadora leyenda que dice que en uno de esos barcos amarrados en el muelle de Davenport conoció por primera vez a otro de sus ídolos, Louis Armstrong, quien trabajó durante una temporada como músico amenizador de estos botes de recreo. No hay motivo aparente para imaginar que dos músicos desconocidos se prestaran atención entre sí. Pero hay quien defiende esta seductora teoría.

Conociera a Louis en ese momento o no, lo que sí estaba claro es que cada vez crecía más el interés de Bix por la música de jazz a la misma velocidad que empezaba su afición por la bebida. Sus padres, conscientes de esas “pecaminosas” perversiones decidieron cortar por lo sano. En 1921 le enviaron interno a una academia militar de Lake Forest, en Illinois, para que aprendiera una formación sólida y disciplinada. Lo que jamás imaginaron los Beiderbecke es que esa decisión produciría un efecto contrario a lo previsto. Lake Forest estaba a tan sólo un viaje en tren de Chicago, que justo en esa época ofrecía todas las posibilidades de entretenimiento y diversión que un músico pudiera desear.

Desoyendo los toques de queda del internado, el joven Bix se adentraba en la noche de Chicago para buscar «a los auténticos negros del jazz por los que vendería su alma», tal y como describía a su hermano en una carta. Frecuentaba los clubs del Downtown donde se congregaban los músicos negros procedentes de Nueva Orleans. Pronto descubrió a la banda de King Oliver y a su admirado Louis Armstrong. A medida que se dio a conocer su habilidad con la corneta consiguió reunir a su propia banda. Eso sí, fue expulsado del internado.

Bix y Tram 

En 1924 Bix Beiderbecke entra a formar parte de The Wolverines, grupo pionero del estilo Chicago con el que logró varias actuaciones en clubes de Illinois, Indiana y Ohio. Asimismo realizó sus primeras grabaciones para el sello Gennett donde se aprecian algunos rasgos característicos de su estilo, como el fraseo sereno y el vibrato relajado, aunque los solos carecen aún de la complejidad melódica de sus creaciones posteriores. Los discos se convirtieron en todo un éxito y Bix Beiderbecke empezó a ser muy popular entre los músicos de Chicago. Pero a pesar del éxito, Bix nunca destacó como músico de conjunto por culpa de sus dificultades para seguir una partitura.

Su carrera se lanza y en 1926 emprende una gira con la banda de Jean Goldkette, la orquestahot blanca más deslumbrante de la época. Allí entra en contacto con otros músicos blancos destacados como el violinista Joe Venuti, el guitarrista Eddie Lang y el que sería su inseparable amigo, el saxofonista Frank Trumbauer. Este último, conocido como Tram, ejercía a su vez de director musical. Ambos, aunque opuestos en muchos sentidos, – Bix era inseguro y desorganizado; Tram, jovial y metódico- formaron una asociación musical que ejerció una influencia vital en muchos músicos posteriores, tanto blancos como negros. El estilo cálido y ligero de Lester Young, es un claro ejemplo. Young no tenía problema en confesar que Trumbauer era su ídolo.

Esa misma estética que con el paso del tiempo se haría en llamar cool jazz, quedó reflejada en 1927 en Singin’ the Blues, el mayor éxito del tándem y su cima artística. El propio Lester Young solía llevar una perenne copia de este disco en el estuche de su saxo. El solo inicial de Tram era limpio y articulado. Por su parte, Bix aportaba un sonido de inspiración novedosa, un hábil giro de la frase y una excitante idea rítmica. El efecto daba una sensación de conversación, un ejemplo de como lo intenso y lo dulce pueden combinar más allá de la armonía. Para muchos es la aportación decisiva a la tradición de la balada del jazz.

¡Despierta, Bix!

Cuando Bix ingresó en la agrupación del controvertido Paul Whiteman escribió entusiasmado a sus padres contándoles que había conseguido un trabajo con la orquesta más famosa de América. Esas cartas escondían, en el fondo, una cierta justificación y buscaban una aprobación, por parte de sus progenitores, que nunca llegó. En 1928 la orquesta de Paul Whiteman actuó en el teatro Chicago. En uno de los balcones estaba Louis Armstrong. «Esas notas tan bellas me llegaron muy adentro» recordaría Armstrong años más tarde.

Días después, Bix materializó unos de sus sueños. Louis Armstrong y él tocaron juntos, a puerta cerrada, en un club de la zona sur de Chicago. Aún así, nunca tuvo la oportunidad de actuar en público o grabar con él. En ese sentido, la segregación no permitía que un chico blanco se mezclara públicamente con un músico negro. Ambos se encontraban sumidos en su propio aislamiento vital. Bix en el de una cultura de masas que discriminaba a todo aquél que se salía de lo establecido; mientras que Louis era fruto del aislamiento sociohistórico de los negros con respecto al resto de norteamericanos. La música esta vez no pudo romper las barreras.

Hacia 1928 el estado de salud de Bix se agravó debido a los abusos del alcohol y sus continuas depresiones. Un trompetista que utilizó, años más tarde, las partituras de la banda de Paul Whiteman, descubrió una anotación escrita a mano que decía «Wake up Bix». El propio Whiteman le animó a volver a casa para tomarse un descanso. En septiembre de 1929 regresó al hogar familiar para recuperarse. Cuando llegó, descubrió que en un armario de la entrada se amontonaban todos los discos que orgullosamente había enviado a sus padres. Nunca los escucharon…

«Su sonido era como una chica que dice sí. Escuchándole por primera vez me di cuenta de que no toda la música es igual, de que algunas personas tocan de un modo tan distinto a otras que tienen un conjunto de sonidos completamente nuevos».

Eddie Condon

In a Mist

Durante ese período de recuperación se centró en la composición para piano como una faceta nueva de su vida artística. Gracias a la ayuda del arreglista de Whiteman, Bill Challis, logró escribir la notación musical de una sus últimas creaciones: In a Mist, una pieza inspirada en el impresionismo francés -especialmente en Claude Debussy, del que era admirador- que incorpora elementos rítmicos del jazz y el ragtime.

Su meditabunda abstracción y su enrarecido movimiento de acordes cromáticos trasciende lo empleado por la mayoría de músicos de jazz de su tiempo. Algunos incluso, ven una expresión de la faceta romántica y melancólica de su personalidad. Lo cierto es que gracias a esta composición introdujo en el jazz escalas de tono y armonías de acorde aumentado así como quintas, sextas, novenas, onceavas y treceavas en bemol.

Aparentemente recuperado, su vuelta a la música tan solo le permitió actuar en fiestas particulares y sesiones universitarias. Además, su debilidad no hizo más que corroborar la espiral de autodestrucción en la que se había sumido. El 6 de agosto de 1931, en un destartalado apartamento de Nueva York, falleció de una neumonía en medio de un ataque dedelirius tremens, sin nadie a su lado que lo acompañara. No llegó a cumplir los 29 años.

Su vida inspiró la novela Young Man with a Horn, escrita en 1938 por Dorothy Baker y que se convirtió en película en 1950, protagonizada por Kirk Douglas y Lauren Bacall. Musicalmente, Bix siempre será recordado por poseer una cualidad extremadamente rara en el jazz temprano: el lirismo. Un lirismo trágico tal vez, en medio de una ensoñación difusa de sucesiones de disonancias impresionistas. In a Mist…

 

El artículo original: Cuadernos de Jazz

Bibliografía
Blues People, Leroi Jones; Ed. Nortesur, 1963
Jazz: sus raíces y su desarrollo; Gunter Schuller; Ed. Victor Leru, 1973
Historia del jazz, Ted Gioia; Ed. Turner, 1997
Historia del jazz clásico, Frank Tirro; Ed. Ma Non Troppo, 2007
Lost Chords: White Musicians and their contribution to Jazz, Richard M. Sudhalter;  Ed. Oxford Press, 2001
Jazz Historia. Colección de DVD. Ken Burns, 2001

 

© Manuel Recio-LA MÚSICA ES MI AMANTE

© Hermenegildo Sábat, 1996

© Cuadernos de Jazz, junio-2012 

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Sobre el autor

Manuel Recio

Periodista. Músico. Opinador. Kinkólogo. Solo creo en Ray Davies, Louis Armstrong y el blues del Delta. Aficiones: Malasaña. La música es mi amante...

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